Por: Rafael Serrano Allely
Independientemente del contenido de la novela, la estructura de la misma contiene tensión narrativa suficiente como para enganchar al lector hasta el final.
Es el caso
de Pedro el Portugués, personaje en principio de difícil definición, incluso
desde el punto de vista de Nino, personaje principal, hasta que se va
esclareciendo su situación en relación a su papel en la lucha de los maquis.
Igualmente
ocurre con el Sargento Sanchís, hombre de gran dureza aparente pero que terminamos
sabiendo que es un infiltrado en el Cuerpo de la Guardia Civil. Desde el
principio a Nino le inquieta la relación que pudiera tener con Pedro el
Portugués.
Y también
con su padre. Va descubriendo, fundamentalmente a través de Pedro el Portugués,
que su padre no es un asesino, como en alguna ocasión le dirán y que su
incorporación al Cuerpo es fundamentalmente para proteger a su familia, con
antecedente negativos en sus familiares.
El propio
descubrimiento que Nino va haciendo en relación a la Guardia Civil, los maquis,
los personajes del pueblo, su familia… que aunque se refiere a una época muy
temprana, entre los 9 y los 11 años, va
reflejando un pensamiento cada vez más maduro como consecuencia de su reflexión
sobre el ambiente, la influencia de Pedro el Portugués y Elena su profesora y
los libros que ella pone a disposición de Nino. Creo que es el gran tema del
libro: su evolución.
Hay momentos
dantescos como cuando Nino es rechazado
de manera airada por Catalina, madre de un asesinado por la Guardia Civil, en
un clima de gran conmoción: “…vete tranquilo que aquí nadie te va a matar
por la espalda, como mató tu padre a Fernando el Pesetilla…”
Muy bien
creado el clima que se vivía en el
pueblo, posiblemente distinto al que se vivía en las ciudades:
“En
Madrid habría gente que creería que en 1939 se había acabado la guerra, pero en
mi pueblo todo era distinto, En mi pueblo, los hombres se echaban al monte para salvar la vida, y la
autoridad perseguía a las mujeres que intentaban ganárselo con la recova, a las
que cogían esparto en el monte, a las que trabajaban y a las que vendían
espárragos asilvestrados por las carreteras, porque para ellas todo estaba
prohibido, todo era ilegal, todo un delito y la supervivencia de sus hijos un
milagro improbable. Así eran las cosas en mi pueblo, donde te podían matar por
la espalda cualquier noche por haber dado de comer a tu hijo, a tu padre, a tu
hermano…”
“… la
regla de oro era acatar la voluntad del terror, reducir la vida al mínimo y no
hacer nada, no saber nada, no decir nada, mirar sin ver, escuchar sin oír, y no
comprender… vivir sin sentir…”
“Aquella
guerra que no iba a acabar nunca se había terminado, se habían terminado los
paseos de madrugada por el campo y el sueño ligero de quienes se despertaban
cada vez que escuchaban pasos por las calles”
Se trataba
de imponer que no había ocurrido nada.
Durante los
9, 10 y 11 años de Nino se condensa pormenorizadamente su evolución y el clima
vivido en el pueblo. Posteriormente se relatan hechos de manera más ágil: Nino
estudiante de Psicología, Nino en el Partido Comunista, Nino en la cárcel, Nino
profesor, Nino y sus relaciones matrimoniales. Nino y las primeras elecciones
democráticas.
Narrador: un
niño que escribe ya adulto, aunque puesto en la situación de niño.
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