12 diciembre 2014

                                                       Cadáver Exquisito

Antonio Vazquez

La mujer de la esquina

Como todos los sábados después de cenar, salí al barrio del arenal a buscar una próstata que vaciara mis deseos sexuales. Cuando me aproximé al “Margarita Blue”, allí estaba ella, “la mujer de la esquina”, con su inconfundible melena Ros fucsia. Cuando la llamé por su nombre, estaba en el vacío, en la nada. Era debido a que estaba leyendo, como no, ( el resto de compañeras eran analfabetas) y ella les estaba leyendo las nuevas ordenanzas municipales para prostitutas.
Me dijo: Estoy harta de la vida, cada vez nos suben más los impuestos.
Las demás le dijeron que se fuera a divertirse y que no les echara cuenta a esa panda de políticos municipales, que solo pensaban en hacerles la vida imposible.
Así que se vino a casa, y cuando estábamos practicando sexo salvaje, ella acabó en otra dimensión. Fuera del alcance de ordenanzas municipales y transportada a otro mundo de placer.
                                                     
   Versión poética 

La mujer de la esquina,
Miraba al mundo con inquina,
y aunque estaba en el vacío, en la nada,
se comportaba con estilo.
Leía, como no,
meditando sobre lo mundano.
Estoy harta de la vida,
estoy harta de la muerte.
Oyó voces que decían:
Vete a divertirte y no le eches cuenta,
que la vida, otra cosa merecía.
Proyecto una evasión
y acabó en otra dimensión.

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