10 enero 2018

Un cadáver exquisito

Por Rafael Serrano Allely



Ismael, un judío que vivía en Ucrania, cerca de la frontera con Hungría,  era el único judío que quedaba en el pueblo. Todos los demás se habían ido marchando a vivir a Israel.

Ismael se esforzaba  en hacer su trabajo de zapatero remendón de la mejor manera, en una habitación pequeña, como cualquier zapatería de cualquier lugar, rodeado de cueros, tapas, suelas, martillos, tenazas, clavos, agujas, hilos, calendarios en la pared… y un pequeño transistor.

Los judíos, como “pueblo elegido”, se habían ido a  vivir a Israel. Ismael se iría cuando el trabajo escaseara. Ya se iniciaba el declive de los arreglos de calzados. Según los clientes, no merecía la pena arreglarlos.

La tecnología llegó al pueblo, y el zapatero cambió su transistor de siempre por un móvil donde podía oír las noticias y la música folclórica ucraniana,  hacer fotos de los zapatos ya arreglados, incluso podía mandar mensajes cuando el trabajo estuviera terminado. Esto le cambió la vida. Pero los zapatos se arreglaban cada vez menos.

Un día descubrió que podía ponerse en contacto con otras gentes y creó un grupo de WhatsApp con zapateros de otros lugares del mundo: Zapateros Unidos.

Decidieron hacer una quedada en un lugar para conocerse e intercambiar algún trabajo que identificara a la profesión. Él hizo unas botitas preciosas. El delantal de zapatero les serviría para reconocerse.
Ismael había decidido salirse del “pueblo elegido de Dios” y conocer otros pueblos elegidos o no elegidos por Dios.

La quedada tendría lugar en Beas, pueblo de la provincia de Huelva, en la calle principal.

Nadie pensó que Ismael fuera a venir desde tan lejos, a pesar de que siempre confirmaba que estaría el día acordado. El cómo llegó nunca se sabrá, pero llegó. La sorpresa fue enorme cuando apareció. La voz fue unánime: ¡Esto hay que celebrarlo por todo lo alto!

Así fue como todo acabó viendo el Belén Viviente de Beas y luego tomando mosto con costillas asadas. Tiempo tendría el judío de volver al “pueblo escogido de Dios” ¿o no?




Un cadáver exquisito. ¿Quién era? Un judío. ¿Dónde estaba? En Ucrania. ¿Qué dijo o hizo? Unas botitas preciosas. ¿Qué hicieron o dijeron los demás?  Esto hay que celebrarlo. ¿Cómo acabó? Viendo el Belén viviente de Beas, y luego tomando mosto con costillas asadas.

1 comentario:

  1. Me ha encanto. Muy creativo y muy buen hilo. Buen fondo literario. Gracias.

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