Club Caliope
Por J.Miguel Romero
Esta entrada esta dedicada a los "Microrrelatos" que podrían definirse como:
Microrrelato: «Relato muy breve»
Seguramente, mejor entendida.
Iniciamos esta aventura literaria por su belleza, ingenio y lenguaje preciso (no hay espacio para andarse por las ramas) y, además, se requiere conquistar al lector, conquistar su chispa, su ingenio y a veces, hasta su alma. Así que, todo aquel que se atreva, puede remitir sus microrrelatos y serán publicados, primero en este medio, y cuando contemos con un buen número de ellos, podrían ser editados. Ánimo, ¡quien sabe!... el mundo es de los atrevidos.
Antes de nada vamos a mostrar unos cuantos relatos, algunos, de grandes y consagrados autores, como Cortázar (entre otros), para que quien no los conozca se hagan una idea. Y ya, de paso, podríais dejar en COMENTARIOS vuestra selección.
Carta del enamorado, Juan José Millás
Hay novelas que aun sin ser largas no
logran comenzar de verdad hasta la página 50 o la 60. A algunas vidas les
sucede lo mismo. Por eso no me he matado antes, señor juez.
Amor 77, de Julio Cortázar
Y después de hacer todo lo que hacen se
levantan, se bañan, se entalcan, se perfuman, se visten, y así progresivamente
van volviendo a ser lo que no son.
La carta, de Luis Mateo Díez
Todas las mañanas llego a la oficina, me
siento, enciendo la lámpara, abro el portafolios y, antes de comenzar la tarea
diaria, escribo una línea en la larga carta donde, desde hace catorce años,
explico minuciosamente las razones de mi suicidio.
La dicha de vivir, de Leopoldo Lugones
Poco antes de la
oración del huerto, un hombre tristísimo que había ido a ver a Jesús conversaba
con Felipe, mientras concluía de orar el Maestro.
–Yo
soy el resucitado de Naim –dijo el hombre–. Antes de mi muerte, me regocijaba
con el vino, holgaba con las mujeres, festejaba con mis amigos, prodigaba joyas
y me recreaba en la música. Hijo único, la fortuna de mi madre viuda era mía
tan solo. Ahora nada de eso puedo; mi vida es un páramo. ¿A qué debo
atribuirlo?
–Es que cuando el Maestro resucita a
alguno, asume todos sus pecados -respondió el Apóstol-. Es como si aquél
volviera a nacer en la pureza del párvulo…
–Así lo creía y por eso vengo
–¿Qué podrías pedirle, habiéndote
devuelto la vida?
–Que me devuelva mis pecados –suspiró el
hombre.
El Emigrante, Luis Felipe Lornelí
─ ¿Olvida usted algo? – Ojalá.
Una jaula salió en busca de un pájaro.
Después de la guerra,
Alejandro Jodorowsky
El último ser humano vivo lanzó la última paletada de
tierra sobre el último muerto. En ese instante mismo supo que era inmortal,
porque la muerte sólo existe en la mirada del otro.
Cuento de arena, Jairo Aníbal Niño
Un día la ciudad desapareció. De
cara al desierto y con los pies hundidos en la arena, todos comprendieron que
durante treinta largos años habían estado viviendo en un espejismo.
Motivo literario, Mónica Lavín
Le escribió tantos versos, cuentos, canciones y hasta
novelas que una noche, al buscar con ardor su cuerpo tibio, no encontró más que
una hoja de papel entre las sábanas.
Don Quijote cuerdo, Marco Denevi
El único momento en que Sancho Panza no dudó de la
cordura de don Quijote fue cuando lo nombraron (a él, a Sancho) gobernador de
la ínsula Barataria.
69, Ana María Shua
Despiértese, que es tarde, me grita desde la puerta un
hombre extraño. Despiértese usted, que buena falta le hace, le contesto yo.
Pero el muy obstinado me sigue soñando.
El harén de un tímido, René Avilés Fabila
Cómo temía decirles que no, opté por conservar a todas
las mujeres que he amado
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