14 abril 2015

Comentario: "Beatus Ille". Novela

Por Rafael Serrano

El inicio de la novela te deja un poco perplejo, hasta que va descubriendo que se trata del final del relato. Pero si fuera sólo eso no habría más problema, desde el primer momento hay continuos flashback (excesivos) que te obligan a tener una especial atención, aunque para ello cuenta con una estimable ayuda: las fechas que con profusión se contienen en el libro y ayudan a situar las escenas y a profundizar en ellas. Frases muy largas, descripciones muy minuciosas. Pero todavía habría una complicación más: el cambio de los narradores: yo, él o ella, que dan al relato visiones complementarias. Por ello resulta una novela muy elaborada, compleja, que te va envolviendo poco a poco, si te sometes al juego que al final descubres que ha ideado Solana, con la inestimable ayuda de Inés y que permite a Miyana descubrir un asesinato (el de Mariana, esposa de Manuel que a su vez es  amigo de la infancia de Solana, casado y enamorado de Mariana) así como a su autora intelectual (Elvira, madre de Manuel) y el autor material del mismo (Utrera, escultor, a quien Elvira chantajea). Con lo cual la novela deviene en novela policiaca.
Yo diría que se trata de una novela con un marco histórico definido y bien estructurado: Guerra Civil, posguerra y año 1969, cuando Minaya, huyendo de la policía franquista recala en casa de Manuel, su tío, con el pretexto de escribir una Tesis Doctoral sobre Solana.
Los personajes están muy definidos casi desde el principio, otros como Doña Elvira y Utrera los vamos descubriendo poco a poco. Inés y  Solana son los últimos en manifestarse tal como son cuando descubren el juego a que han sometido a Minaya (y también al lector) para que finalmente pueda descubrir a los autores del crimen. “Yo he inventado el juego, pero usted ha sido mi cómplice…” P. 309.
Solana es el personaje, a mi entender, más elaborado, al que te aproximas por ser el personaje más auténtico y coherente, un intelectual antifascista que se mueve en el mundo literario de la época,  que pertenece al bando de los vencidos, dado por muerto y que al final confiesa: “La guerra y la cárcel me sirvieron para aprender que yo no podía ser un héroe y ni siquiera una víctima resignada a su desgracia. Pero en los seis meses que pasé en casa de Manuel y en “La Isla de Cuba” descubrí que tampoco era un escritor” P. 307
Novela complicada pero interesante.


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