27 agosto 2015

                                                                                                         
                           EL ROBO PERFECTO                                              Seudónimo: A.V.S

Era una noche calurosa de Agosto, sábado de madrugada, cuando Juan Ortega, había planeado su tan ansiado robo perfecto, en un pueblo del Aljarafe Sevillano.
Sobre las 5 de la madrugada, en la joyería de Salteras que regentaban los Hnos. Ledesma, tenía Juan preparado desde hace meses, un acceso desde el túnel que llevaba construyendo desde una casa abandonada a una manzana de distancia.
Todo estaba calculado, lo había medido todo y ya solo estaba a 2 cm., de perforar la pared posterior de la joyería.
Momentos antes, activó un dispositivo en la caja general de protección del suministro eléctrico de la joyería, situado en la calle principal de Salteras, que fundió los fusibles y dejó inoperativa la alarma volumétrica y las cámaras del interior de la joyería.
Aprovechando este momento, Juan, terminó su butrón, y entró en el interior de la joyería sin ser captado por las alarmas. En 30 minutos, robó joyas por valor de 2 millones de euros.
Sabedor de que no habría rastro de pista posible que lo delatara, puesto que el acceso a la casa abandonada no había sido visto por nadie, Juan se retiró a su casa de campo, pensando tener el futuro resuelto.
Poco le duró a Juan esa tranquilidad, cuando a las 9 de la mañana, lo sobresaltó un ruido fuerte y extraño que venía como del cielo.
Juan asustado, se asomó a las ventanas, hasta que su cuerpo palideció, cuando vio al responsable de este ruido. Se trataba de un helicóptero, que estaba volando, parado sobre Salteras, a la altura de la joyería.
Juan comenzó a ponerse nervioso, pensando que se trataba de la policía, y  pensó que no había reparado en los medios que esta usaría para localizar al culpable del robo.
De pronto observó que el helicóptero, después de estar sobrevolando una zona, se iba a otra, y volvía a pararse en el aire, y que además, estaba dotado de una cámara en la parte delantera, como la “Pegasus” de tráfico. Sin embargo el helicóptero no tenía logo alguno de tráfico.
Juan pensó que debía tratarse de la policía secreta, que camuflaba así la investigación.
Cuando Juan intentó salir de su casa a la de un amigo, situada a las afueras del pueblo, el helicóptero lo siguió y volvió a pararse junto a la casa de su amigo, con la cámara observándolo.
Juan temió lo peor, y pensó que lo habían descubierto. Le confesó el robo a su amigo, y este le aconsejó que se entregara a la guardia civil.
Dos horas más tarde, cuando Juan estaba en las dependencias de la guardia civil de Salteras, le informaron que nadie había denunciado el robo, y el helicóptero estaba haciendo termografía en la línea de REE de 220 Kv Onuba-Santiponce, a su paso por Salteras.
Por haberse entregado de forma voluntaria, Juan fue condenado solo a 6 años de prisión, la cual cumplió en la cárcel de Alcalá de Guadaira.
                                                                                                         


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