EL ROBO PERFECTO Seudónimo: A.V.S
Era
una noche calurosa de Agosto, sábado de madrugada, cuando Juan Ortega, había
planeado su tan ansiado robo perfecto, en un pueblo del Aljarafe Sevillano.
Sobre
las 5 de la madrugada, en la joyería de Salteras que regentaban los Hnos.
Ledesma, tenía Juan preparado desde hace meses, un acceso desde el túnel que
llevaba construyendo desde una casa abandonada a una manzana de distancia.
Todo
estaba calculado, lo había medido todo y ya solo estaba a 2 cm., de perforar la
pared posterior de la joyería.
Momentos
antes, activó un dispositivo en la caja general de protección del suministro
eléctrico de la joyería, situado en la calle principal de Salteras, que fundió
los fusibles y dejó inoperativa la alarma volumétrica y las cámaras del
interior de la joyería.
Aprovechando
este momento, Juan, terminó su butrón, y entró en el interior de la joyería sin
ser captado por las alarmas. En 30 minutos, robó joyas por valor de 2 millones
de euros.
Sabedor
de que no habría rastro de pista posible que lo delatara, puesto que el acceso
a la casa abandonada no había sido visto por nadie, Juan se retiró a su casa de
campo, pensando tener el futuro resuelto.
Poco
le duró a Juan esa tranquilidad, cuando a las 9 de la mañana, lo sobresaltó un
ruido fuerte y extraño que venía como del cielo.
Juan
asustado, se asomó a las ventanas, hasta que su cuerpo palideció, cuando vio al
responsable de este ruido. Se trataba de un helicóptero, que estaba volando,
parado sobre Salteras, a la altura de la joyería.
Juan
comenzó a ponerse nervioso, pensando que se trataba de la policía, y pensó que no había reparado en los medios que
esta usaría para localizar al culpable del robo.
De
pronto observó que el helicóptero, después de estar sobrevolando una zona, se
iba a otra, y volvía a pararse en el aire, y que además, estaba dotado de una
cámara en la parte delantera, como la “Pegasus” de tráfico. Sin embargo el helicóptero
no tenía logo alguno de tráfico.
Juan
pensó que debía tratarse de la policía secreta, que camuflaba así la
investigación.
Cuando
Juan intentó salir de su casa a la de un amigo, situada a las afueras del
pueblo, el helicóptero lo siguió y volvió a pararse junto a la casa de su
amigo, con la cámara observándolo.
Juan
temió lo peor, y pensó que lo habían descubierto. Le confesó el robo a su
amigo, y este le aconsejó que se entregara a la guardia civil.
Dos
horas más tarde, cuando Juan estaba en las dependencias de la guardia civil de
Salteras, le informaron que nadie había denunciado el robo, y el helicóptero
estaba haciendo termografía en la línea de REE de 220 Kv Onuba-Santiponce, a su
paso por Salteras.
Por
haberse entregado de forma voluntaria, Juan fue condenado solo a 6 años de
prisión, la cual cumplió en la cárcel de Alcalá de Guadaira.
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