Hoy, mañana y simpre: Los mismos errores
Seudónimo:Jara
Vivo
en Mos, Siria, el año que decidieron que
las religiones no podían convivir, a mí no me lo preguntaron. Yo soy cristiano
y mi mujer era musulmana, gracias a Dios que se la llevó y aunque sea un contrasentido, me felicito por
ello.
Aquí
la gente ha enloquecido. Parece que una plaga hubiera devastado la ciudad, la
mitad de las casas están vacías y las que no, están destrozadas por el
bombardeo, las puertas están astilladas, las tiendas no tienen nada que vender,
algunos habitantes sobreviven de la venta de judías secas y antiguos animales
de compañía que se convirtieron en animales de granja. También fueron días
agitados pues los sobrevivientes temíamos a los occidentales como también
temíamos a los soldados de Dios, a unos por dejarnos olvidados y a los otros
por querer que dejemos de existir.
Mis vecinos eran nuestros amigos, teníamos una
relación incluso más cercana y afectiva con ellos que con mi propia familia.
Casi todos los fines de semanas comíamos juntos y en la sobremesa, analizábamos
los temas de actualidad mientras fumábamos nuestra pipa de agua; incluso
llegamos a compartir unas vacaciones viajando a Grecia, pues sentíamos
veneración por Grecia sobre todo por la
Grecia clásica. Aún conservo una foto en
la que estamos las dos parejas debajo de las columnas del Partenón de Atenas.
Yo soy
médico y él psicólogo, cuando veo la foto me acuerdo que él decía: ¡Aquí empezó
la S. Social, en el juramento de Hipócrates! Y yo reía.
Como
he contado antes él es psicólogo, un buen psicólogo, ayudaba a la gente y le daba
igual si eran cristianos, musulmanes e incluso judíos o negros, aunque de ambos
ya quedaban pocos.
Pero
alguien le volvió la cabeza loca.
Muchas
veces cruzo la calle corriendo, casi siempre buscando comida o productos de
necesidad básica, y si suena un dispara pienso si será mi vecino quién me apunta para matarme.
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