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Rafael Serrano Allely
Estación de
la mano
Me llama la
atención la sutileza y la delicadeza con que trata el objeto de su fantasía
(una mano) y la sensibilidad que le confiere o que es capaz de extraer de ella.
En este sentido sólo quisiera destacar a modo de ejemplo cuando dice “Nunca
la toqué, comprendí que aquello hubiera sido desatar cruelmente los hilos de un
acaecer misterioso”
No era una
mano cualquiera, era una mano excepcional, capaz de comunicar sentimientos:
“era todo un artista” dice el narrador.
Se plantea
el mundo de la fantasía donde el narrador está instalado y el de la realidad,
en medio también está la fantasía del
sueño.
Se describen
diversos momentos: de total ternura y acercamiento, de interés analítico,
cansado de tanta maravilla (“lo que pone fin a toda aventura”) y un
último momento de desconfianza y una vuelta a la realidad, a la rutina.
Puzzle
Mi primera
sensación: desconcierto. Pero esto no me lleva a tirar la toalla, al contrario,
el interés lo mantengo hasta el final, aunque me plantee más preguntas que respuestas,
incluyendo el final, o precisamente por ello.
Difícil de
ubicar a cada cual en su lugar, como en un juego de puzzle.
En la frese
inicial con la palabra “Usted” ya introduce las primeras piezas a encajar.
¿Quién es Usted? ¿Quién formula el relato? ¿Por qué pareciendo que lo conoce
todo, hay cosa que no nos cuenta? ¿Quién es el asesino? ¿Es la hermanita? (expresión
a tener en cuenta) ¿Es el hermano? Si es el hermano ¿es por propia iniciativa
para aliviar a la hermana o inducido por ella? ¿Es por celos? ¿Qué relación hay entre los hermanos?
Por cierto
la palabra usted se repite de manera insistente, machaconamente refiriéndose al
asesino o asesina.
Yo creo que
cuando destapó la olla se dio cuenta que su crimen perfecto, como corresponde a
su inteligencia, había sido descubierto por su “hermanita”, persona inferior, y
esto no lo soportó, no lo superó.
Termina el relato: “…y entierra la mano vacía
en el vacío aire de la celda” ¿Cárcel? ¿Manicomio?
El
relato no está exento de ironía y humor.
Los
limpiadores de estrellas
La lógica es
implacable: Primero se señalan los motivos de la merma de brillo de las estrellas,
se determinan los medios y se resuelven los problemas que se producen en la
aplicación del plan. Pero ¿previó la Sociedad las consecuencias en la poesía,
en los libros, en los científicos…?
¿Previó las consecuencias del afán
de lucro del Diectorio? ¿Previó la aparición de la envidia?
Como en los
relatos anteriores hace gala de un razonamiento potente que está por encima de
los elementos que selecciona y a los que les confiere rasgos humanos. Uno de
ellos es la envidia, como
contrapartida al brillo.
Cómo
terminar con la envidia: mermando el brillo de las demás estrellas mediantes
subterfugios en principios pueriles: “recubrir las estrellas ya lavadas con
películas diáfanas que sólo al cabo de un tiempo se disolvían revelando su
brillo deslumbrador; o bien aprovechar la época de densas nubes, cuando los
astros perdían contacto con la Tierra y les resultaba imposible llamar a la
Sociedad en demanda de limpieza…”
Pero que
ocurre cuando todo el mundo brilla: de las estrellas sólo se ven puntos negros,
desaparece la sombra, el resplandor es
segador y la gente huye.
Al final hay
aportaciones científicas reales que redondean un relato de ficción con datos de
la realidad.
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