Rafael Serrano Allely
Mis notas.
Lo
que más me llama la atención es como combina una situación trágica
como la guerra civil, donde se encarcela a la gente por sus ideas, se
mata sin juicios... y una relación amorosa entre un médico
republicano encarcelado y una joven que se enfrenta, por su noviazgo
con él, a una familia que se encuentra en las ántipodas ideológicas
con el médico.
El
realismo de la situación no es óbice para que se utilice en
ocasiones un lenguaje poético y un pensamiento mágico.
Me
parece que todos los personajes están bien definidos. Me llama la
atención Herbal. Un personaje políedrico, capaz de lo mejor y lo
peor, según esté “poseido” por el espiritu del Pintor , al que
arrebató el lápiz del carpintero, o por el Hombre de de hierro.
En
la P.28 se describe la situación de los presos dentro de una
aparente normalidad, que nada tiene que ver con descipciones
posteriores, donde aparecen los piojos, las ratas, la
tuberculosis..., las malas condiciones higienícas... así como las
sacas nocturnas. También aparece la solidaridad entre presos
incluso con ideolgías diferentes..
“Durante
aquellos primeros días, todos aparentaban normalidad, presos y
guardias, como viajeros sorprendidos por una avería...” “Incluso
el director permitía la visita de los familiares, y que les llevasen
comida hecha de casa. Y ellos, los detenidos, hacían tertulia...”
“Detenidos en traje o camiseta, la larga espera, el polvo del
calendario, los iba igualando a todos en el patio, como hace el sepia
en un retrato de grupo. Parecemos segadores. Parecemos vagabundos.
Parecemos gitanos. No, dijo el pintor, parecemos presos. Estamos
empezando a coger color de presos”
La
novela se enmarca dentro de un contexto histórico muy determindo.
Gran parte de los personajes que se citan son reales. Cómo real fue
la participación de la Iglesia en dicha guerra. Como muestra el
telegrama que el papa Pío XII envió a Franco el 31 de marzo:
“Alzando nuestro corazón a Dios, damos sinceras gracias a su
Excelencia por la victoria de la católica España”
Me
parece una buena novela, bien estructurada, a la que le sobraría
gran parte del relato dedicado al abuelo de Marisa, Benito Mallo, ya
que rompe de alguna manera la continuidad de la novela.
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