13 diciembre 2021

Relato. "Escapada del campo". Mar Alonso

Club Caliope


Faltaban sólo unas horas para la rueda de prensa y apenas una semana para el momento clave. Eran las cinco de la mañana y, como cada día, Sonia emprendía su salida para correr. Hoy, con mayor velocidad de la habitual.
Corrían las lágrimas por su rostro sin rumbo fijo, salpicadas en el camino por el viento que las iba ramificando por sus mejillas. Hoy especialmente le molestaban. Porque eran brotes más densos, alimentados no sólo por ese frío de la mañana que hace llorar, sino por la pena tan profunda que sentía y el vacío que le había dejado esta fecha en el calendario.
Quince años con la misma rutina, era el único lujo que se permitía en su austera y solitaria vida. Un hábito que le hubiera puesto en contacto con el mundo, de no ser porque a esas horas sólo se cruzaba con algún joven volviendo a casa, y en fin de semana.
Cuando empezó, se sentía orgullosa. Cada paso que avanzaba era un plus de seguridad y una huida de esas uñas sucias oliendo a ganado que cada noche le pellizcaban su carita antes de irse a la cama, cuando era pequeña. De esos horarios infernales junto a su madre amasando pan mientras todos dormían.
Había escapado de aquel infierno que le avergonzaba, del que renegaba cuando fue a la universidad y no conocieron jamás sus compañeras de piso. Una vida rural y llena de sacrificio con la que sus ajados padres costearon el objetivo que ella se marcó, y que los separó para siempre.
La meta era dura y a cabezona no le ganaba nadie. Estudio, estudio y más estudio. Consultas, preparación física, análisis, memorización. Sin concesión alguna para el ocio, la convivencia, la amistad y, al final, ni la vida.
Había llegado el momento. Hoy se presentaría como la primera mujer que emprendía la aventura de conquistar el planeta Marte, un acontecimiento mundial del que se harían eco todas las televisiones. Al otro lado de la pantalla, nadie se sentiría orgulloso de haber entrado en su corazón, de haber compartido risas, de haber sido su confidente, ni siquiera de traerla al mundo porque sus orígenes ya se habían borrado.
Y ella, henchida de pánico, cumpliría su gran hazaña. Sin desperdirse de nadie al partir, sin añorar un abrazo al llegar. Con el único deseo de perderse en el espacio.

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